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Examen De Titulación

Yo ya no me acuerdo de muchas cosas de mi examen de titulación de la universidad. Recuerdo que aunque ya tenía terminado el proyecto sobre el que trataría mi tesis, aún no había escrito nada. También recuerdo que yo quería cambiarme de trabajo y para eso necesitaba mi título. Sé que dormí muy poco y que me estresó muchísimo escribirla. Creo que la terminé de escribir como en quince días. O más bien, quince noches. Al final yo estaba ojeroso, cansado y harto. Y creo que es precisamente esto lo que me permitió no solamente no temerle, sino desear que llegara ya el día del examen de titulación. Exponer mi tesis, presentar mi trabajo, enfrentarme a los sinodales y sobre todo, sentir el miedo, la frustración, la sumersión en las aguas de la vergüenza (al no poder responder algo cuya respuesta conociera pero que por los nervios y la presión en ese momento olvidara) pero que, a pesar de todo, marcaban mi “iniciación”, como en los primitivos rituales, al mundo profesional. Cuando llegó el día ni tiempo de comer tuve. Se me olvidó la contraseña de root del servidor y nunca pude arrancar el Tomcat que hospedaba mi aplicación. Se me cortaba la voz al inicio y alguna que otra pregunta la conteste de manera, ya viéndolo en retrospectiva, muy deficiente, por no decir completamente mal. Pero bueno, mi punto es, todo pasa. Un par de horas y de repente, cuando los sinodales te piden que salgas para que deliberen, cae sobre ti una sensación de tranquilidad y la conciencia de haber hecho el mejor esfuerzo posible que, supongo, es lo que sienten los maratonistas al llegar a la meta. Ya no importa si llegaste en primero o en último lugar. Lo que realmente te importa es darte cuenta de que lo lograste, de que llegaste. Eso es lo que te tranquiliza y de repente hace que todos los miedos se diluyan. Platicas con tus amigos y tu familia. Se burlan de ti y te burlas de ti mismo. Tomas todo con serenidad. Y de repente se abre la puerta. Te llaman para que den el veredicto. Y nuevamente te pones nervioso, pero de distinta manera. Te pones nervioso ya no por el resultado, sino porque en ese momento es cuando realmente te das cuenta de que estás viviendo un momento único y que nunca más se habrá de repetir, aunque te titules después de un doctorado. Este momento es único y en ese momento lo sabes y te sudan las manos. Te estremece la magnitud del momento. Casi no escuchas nada de lo que dicen los sinodales, sino hasta que dicen: aprobado. Tus piernas pierden su firmeza, tu pecho se hincha, tus ojos se llenan de lágrimas. Todas las emociones contenidas hasta entonces, cansancio, frustración, enojo, salen y se transforman en una sensación de logro, de satisfacción. De tu primer gran esfuerzo individual e intelectual cumplido. Después de eso ya todo es lluvia de festejos, abrazos, apretones de manos. Pero siempre, dentro de ti, queda un tú chiquito, muy bien parado, con los dos pies en el suelo mirándote y diciéndote: Tu puedes lograrlo. Ya nunca más se separa de ti. Es un nueva fuerza que te da seguridad en lo que enfrentas después. Es tu compañía. Eso es lo que te otorga el defender tu tesis. Esa es la última enseñanza que te da la universidad antes de dejarte ir. Y es la más valiosa de todas. Ahora lo sé. Ese fui yo. Ahora le toca a Aline. Fue un esfuerzo largo, entrecortado y con variados niveles de dedicación. Muchas circunstancias afectaron este proceso. Una boda, un bebé, un marido, un trabajo. A pesar de eso nunca desistió. Y la persistencia tiene fruto. El siguiente lunes es el examen de titulación de Aline. Ella está muy nerviosa. Al grado de no poder estudiar y prepararse para las preguntas que le harán los sinodales. Yo le digo que no pasa nada pero, naturalmente, ese no es un consejo que le agrade mucho ni hace que disminuya su ansiedad. Sólo ella sabe por lo que está pasando. Algo que le digo a diario es cuántos días faltan para su examen e, invariablemente, ella se molesta. :) Por supuesto no lo hago para molestar sino porque de verdad me da mucha emoción que ya sea el día de su examen. Aunque yo lo digo observando desde afuera. Como un espectador más. Pero también con la tranquilidad del que ya ha sufrido eso. Estoy muy orgulloso y muy emocionado porque sé lo que significa y lo que le significará a ella. Porque sé lo bien que se sentirá un segundo después de escuchar a sus sinodales dar su veredicto. Debo decir que yo nunca he necesitado que ella tenga un título, pero el que lo tenga me da mucho orgullo. También sé que Tristán se sentirá muy orgulloso de tener una mamá licenciada. Pero eso no va a hacer que la queramos más o menos. Nosotros la queremos como es. Eso si, saliendo de ahí, festejaremos de alguna manera (que aún no decide Aline, en su lapsus de ansiedad), en algún lugar, tan memorable evento. Así que, para terminar tanto rollo: ¡Estoy orgulloso de tí, flaquita! Ah y otra cosa: ¡Faltan 6 días! :P

Al Concierto De Metallica

En unos minutos más saldrémos de la casa en dirección al Foro Sol, donde se presentará Metallica. Un momento importante en mi vida, 10 años de espera están a punto de terminar. Estoy emocionado.

Aarlios

Aarlios sabia que iba a morir. No había duda. Así lo indicaban los ojos furiosos de Mercarios. Y el hecho de que Mercarios hubiera llegado antes a su casa y lo hubiera encontrado hurgando en su baúl en lugar de solamente descubrir el hurto horas después como mandaba el implecable plan ideado por Aarlios el mes anterior, solamente confirmaba su presentimiento. Ahora tenía dos opciones, morir como ratón asustado y sin defenderse o usar el brazalete de marfil para enfrentarse a Mercarios. Pero solamente tenía tres segundos para tomar la desición y ya habían pasado dos. De repente todo comenzó a pasar de manera lenta ante sus ojos y se encontró mirando, como si mirara a alguien más, la escena que siguió. Mercarios comenzó a meter el pie por el marco de la puerta, en dirección a la espada que se encontraba sobrea la chimenea llena de cenizas frías. Su brazo se alzó en busca del frío mango que sería quizá su única defensa contra el pequeño truhán. Aarlios, por su parte, tomó el brazalete en su mano izquierda sintiendo la fría textura y las imágenes y simbolos grabados en su superficie y alzó la mano derecha dispuesto a ponérsela antes de que Mercarios pudiera abalanzarse sobre él. Mercarios, sin quitar la vista del muchacho y con la familiaridad natural de alguien que conoce exactamente dónde están las cosas más valiosas de su casa, tomó el mango de la espada y sin dudarlo siquiera un segundo y con el mismo impulso abanicó la espada y la lanzó en dirección del ladrón. Aarlios estiró el brazo, y sin esperar más decidió poner a prueba el mito. Pensó: “detente Mercarios”. Sudor frio y un miedo glacial le recorrió la espalda al caer en la cuenta de que si el mito era falso en poco tiempo estaría muerto. Ya no había vuelta atrás. Vió el acero brillar frío e implacable. Una serpiente estaba dibujada claramente a lo largo de la hoja. Como si fuera un sueño increible hasta pensó que era una espada realmente bellísima. No merecía estar sobre una chimenea sucia. Si fuera suya la portaría todo el tiempo. Quizá pronto sería suya pensó, si no es un mito. El mito decía que el brazalete tenía poder sobre los Imercators, los habitantes del reino antiguo de Imercaton, donde las leyes del mundo eran distintas y el mundo estaba sujeto a sus deseos. Un día, hace ya varias edades, un Imercator, del cual se ha borrado ya su nombre y se ha prohibido nombrarlo, quiso tener también poder sobre sus compañeros. En secreto creo un brazalete, hecho con una las dos piezas de sustancia blanca que descubrió en lo profundo de una gruta. Al tocarlas un destello nubló la mente del Imercator y vió un mundo azul, lleno de agua y donde brillaba un fuego amarillo imposible de mirar. Intento acercarse a ese fuego, deseando tocarlo y poseerlo sólo para sí. Dió un paso hacia adelante y entonces tropezó con una piedra del fondo de la gruta y al caer despertó de la ensoñación. Para su sorpersa, delante de él había otro Imercator que lo miraba sorprendido. Al darse cuenta que alguien más sabía de la existencia del material, sintió crecer dentro de sí el deseo de hacerlo callar, de obligarlo a guardar el secreto, y mientras esto sucedía, sus manos apretaban con fuerza cada pieza blanca. Y al hacerlo descubrió algo muy raro, el otro Imercator comenzó a brillar con la misma intensidad del fuego que acababa de vislumbrar. El otro Imercator primero se sorprendió pero después empezó a retorcerse con desesperación. Las piedras caían alrededor de ambos, mientras luchaban una lucha desigual, una lucha que inciaría una guerra que terminaría destruyendo su mundo. Finalmente se impuso la fuerza del que sostenia las piezas de marfil y, descubriendo su crimen y su nueva condición, comenzó a desandar su camino, dirigiendose a su casa y sopesando la magnitud de su nuevo poder. Tras él quedaba un rastro de destrucción que a cada paso iba siendo más y más avasallador. Cada paso relataba el creciente dominio del Imercator sobre sus recientemente adquiridos poderes. Pronto era visible desde muy lejos su avance destructor. Los demás Imercators lo notaron y no tardaron en concluir que algo había cambiado. Uno tras otro se congregaron, primero por curiosidad y luego por miedo. Poco a poco se fueron preparando. El miedo los hizo fuertes, y los hizo unirse. Finalmente se encontraron frente al causante de esa marejada de destrucción. Éste se detuvo frente a ellos y sonrió con la confianza de un depredador frente a una presa indefensa. Miró a ambos lados y vió a cada uno de sus compañeros y les dijo: Ahora yo soy Imercaton, Imercaton soy yo. Nadie habló. Todos notaron lo que sostenía con fuerza en cada mano y supieron que eso era la causa del cambio. Alguien intento avanzar hacia el Imercator dispuesto a enfrentarlo. El Imercator estiró el brazo y le dijo: detente, Imercator. Y así sucedió. Una incredulidad se apoderó de los demás Imercators al descubrir que ya no eran ellos los que imponian sus deseos al mundo sino que era ahora el Imercator el que se imponia sobre ellos. Dos más intentaron enfrentarlo; luego tres y luego los restantes. Todos se quedaron inmóviles como estatuas. El Imercator volvió a sonreir. Dio la vuelta y regresó sobre sus pasos. Cuando desapareció de la vista, uno a uno los Imercators recuperaron el control de sus cuerpos y la furia que ardía dentro de ellos era infinita. Juraron vengarse, así fuera pagando con sus vidas la injuria. Nadie supo nada del Imercator por un tiempo y ellos se organizaron como mejor pudieron. Al fin, declararon la guerra sobre el tirano y sobre el origen de la tiranía. Decidieron que lo vencerían y arrojarían las piezas del material blanco fuera del mundo y cerrarían su mundo nuevamente para que nuca nadie intentara ser mayor a sus compañeros. El más viejo de ellos decidió que se exiliaría junto con las piezas fuera de su mundo, sin opción a regresar jamás. Además, se encargaría de esconder las piezas en donde nadie fuera capaz de encontrarlas nunca. Y el secreto moriría con él. Así lo hicieron. Iniciaron la guerra de las guerras que destruyó a la mayoría de los Imercators y que dejó a los restantes sin deseos de recordarla. En la batalla final, todos los Imercators rodearon el valle donde se encontraba el Imercator. Él los dejó rodearlo, confiado en su fuerza. Mientras veía como se formaban uno a lado del otro a su alrededor miró el brazalete que había creado a partir de los pedazos blancos encontrados. De esta forma siempre llevaba consigo la fuente de su poder. Cuando se cansó de verlos ahí, enfrentándolo, se puso de pie y miró a la multitud que había venido por él. Sonrió una vez más y comenzó a estirar su brazo. Pero no tuvo tiempo de hacerlo. Antes de que pudiera alzarlo y ordenarles que murieran, algo paso volando a su lado de manera sorpresiva. Un brillo extraño paso frene a sus ojos y cuando desapareció, también había desaparecido su brazo. Durante un momento no supo qué pensar. Esto era totalmente nuevo, inimaginable, intolerable. Luego, un dolor desgarrador lo despertó a la realidad. Su brazo yacía en el piso. Hipnotizado, miró su brazo como nunca lo había visto, como si fuera de alguien más y el brazalete lo adornaba hermosamente. Esa fue su perdición, porque si no hubiera desperdiciado el tiempo mirando su recién perdido brazo, hubiera podido ver que a lo lejos volaban piedras de todos los tamaños en su dirección. Volteó a su lado izquierdo y miró una espada clavada en el piso, su mango era del mismo material blanco que tanto le fascinaba. Volteó a su derecha mientras la primera piedra lo golpeaba inundandolo con una nueva oleada de dolor. A lo lejos miró al viejo Imercator observándolo fijamente. Otro golpe lo envió al piso y cayó mirando su brazo inerme. Pronto todo se comenzó a oscurecer y lo último que vio fue al viejo recoger la espada que había lanzado contra él y usarla para separar la mano del brazo y tomar el brazalete. Una montaña de piedras cubrió el valle completamente, hasta que una nueva montaña emergió en el lugar. La mañana siguiente, se reunieron los Imercators sobrevivientes. Se concentraron en un circulo que cubría gran parte de la superficie de la nueva montaña. El viejo Imercator estaba enmedio. De repente, todo comenzó a temblar. El aire comenzó a condensarse alrededor del viejo que sotenía en una mano la espada y vestia el brazalete en el otro brazo. Pronto la estructura del mundo alrededor del viejo cambió. Un agujero impensable y aterrador se abrió dispuesto a devorarlo. El viejo volteó sorprendido, alzando la espada y cubriendose el rostro con el brazalete. Una duda lo envolvió y trató de voltear hacia sus compañeros para enfrentarlos, pero ellos no lo dejaron y, concentrándose más, lo empujaron hacia el agujero sellándolo tras él. Al cerrarse, todos cayeron al suelo, agotados. Poco a poco se fueron levantando y cada quién se fue en la dirección que mejor le pareció. Aunque habían vencido al Imercator, éste también los había vencido a ellos. Les había mostrado que ellos podían dominar a sus compañeros y al mismo tiempo, al castigar ellos el alzamiento del Imercator, se habían negado los medios de dominar a sus compañeros. Los sobrevivientes, temerosos de que alguno de sus compañeros tomara la espada y el brazalete, prefirió empujar al viejo a la nada. El viejo, al notar su posibilidad de reinarlos, fue consciente de las consecuencias de su indesición demasiado tarde. Mercarios, despertó en un mundo azul lleno de agua y de un fuego imposible de mirar. A lo lejos una aldea de casas de madera manchaba el cielo con los humos de sus chimeneas. Caminó hacia allá, sosteniendo su espada y sintiendo el peso del brazalete en su brazo. Cada paso que andaba imaginaba como sería gobernar a los pobres habitantes de esa aldea y a los de ese mundo tan cegadoramente azul. A lo lejos vio a varios animales reunidos y algo llamó su atención. Tenían un par de piezas blancas afiladas al frente. Volteó a mirar su espada y su brazalete. Una sensación extraña comenzó a tomar forma dentro de él. Al acercarse, confirmó su presentimiento. Eran la misma sustancia. Y no había nadie que pareciera tener un interés especial en ella. No había necesidad de esconder los fragmentos del material blanco en un lugar secreto. Quizá por eso detrás de él no había un rastro de destrucción como el que recordaba de su mundo. Se dirigió a la aldea. Todos lo miraron con asombro. No traía ni equipaje ni comida. Solo una espada y un brazalete. Todos pensaron que estaba loco. Cuando intentaron hablar con él, sólo respondia con sonidos ininteligibles. Se aisló. Sólo los niños acudian a verlo, más por curiosidad y para hacerle bromas. Con el tiempo comenzó a enteder lo que decían los habitantes del pueblo. Pasado más tiempo ya nadie le prestaba atención. Los niños se hicieron grandes y los niños de los anteriores niños eran ahora los que acudian a verlo. El trataba de platicar con ellos. De contarles la grandiosidad de su mundo y las historias de la guerra que la cimbró. Los niños lo escuchaban divertidos, dándole el mismo interés y atención que le daban a corretear ardillas y lanzar piedras al rio. Al llegar a sus casa le repetían las historias a sus padres y los padres, pacientes, los escuchaban sin interrumpirlos. Esto sólo confirmó a los adultos que el viejo estaba loco. Menos atención le daban después de eso. Un día, al caminar por la plaza con una turba de niños siguiéndolo y burlándose de él ya no aguantó más. Se arrepintió amargamente de su autoinfligido exilio. Imaginó a sus antiguos compañeros riéndose de su solitario destino. Una furia crecia en su pecho, mientras pasaba tropezando entre los puestos de la plaza. Los dueños de los puestos le gritaban viejo loco, fíjate. El corría lo más rápido posible, notando con tristeza que en este mundo brillante, su cuerpo degeneraba con rapidez. Al llegar a su casa vió la puerta abierta. No estaba dispuesto ya a soportar esa humillación. Él fue, por un instante, señor de los Imercators. Él fue, Imercaton. Y al abrir la puerta vió que un muchacho flacucho, con cara sorprendida, se atrevia a irrumpir en su palacio y robar uno de los dos únicos recuerdos de su mundo. No lo iba a permitir. Nunca más. Se lanzó en pos de la espada. Sin pensarlo dos veces, desahogó su furia contra el niño que en un infantil juego, había intentado jugar a ser Imercator. Antes de que Mercarios pudiera reflexionar en lo que hacía, la espada ya volaba por los aires. Como si mirara un sueño, vio al niño alzar el brazo en una burda imitación del Imercator y escucho las palabras: detente, Mercarios. Pero no estaban en Imercaton. Aquí el marfil sólo es blanco y nada más

Tristán Cumple 2 Años

Hoy es un día especial para nosotros porque Tristán cumple 2 años. El sábado pasado le hicimos su fiesta y se la pasó muy feliz. Y nosotros felices al verlo tan alegre. Felicidades a mi bebé.

Exposición “Transgresión De Lo Ordinario”

Al fin llegó el día. Mañana 21 de mayo es la exposición de Aline, “Transgresión de lo Ordinario” y estamos tanto emocionados como nerviosos. Y al decir estamos no intento robarle crédito a Aline, en lo absoluto. El trabajo, el tiempo, el esfuerzo y la creatividad son completamente de ella. Yo sólo di mi apoyo total e incondicional a mi absolutamente amada y aún más admirada esposa. Pero digo estamos porque para mi es un gran orgullo verla crecer, emocionarse y hacer algo que la llena de satisfacción profesional y personal, por no decir de felicidad. Me da muchísimo gusto ver el producto de su esfuerzo y al mismo tiempo me siento feliz de que ella pueda avanzar y hacer las cosas que le gustan y que las comparta conmigo.Tristán es ahora muy pequeño para comprender el significado de un evento como este, pero estoy seguro que cuando sea más grande y lea o escuche sobre esta primera exposición se sentirá orgulloso de su madre. Así pues, en unas horas inicia la exposición “Transgresión de lo Ordinario”. Y también visiten la nueva página de Aline, epopteia.

Metallica

Finally, after 10 years waiting for this to happen, I have my tickets for Metallica. The last time they came to Mexico I was in my first year of university and totally broke because I didn’t worked yet and I depended financially from my mother. So I couldn’t go. Now the things are different and I can, fortunatelly, pay for this sort of things. Aline and I have assisted to a lot of concerts and some of them were really memorable. For her, Radiohead was the überkonzert, not only for the music and the group themselves, that were really good, but also for the time waiting for the artist to return. Besides, not knowing if they will return added a lot of more anxiety to the waiting. Now it is my turn to enjoy this concert. June, 6th is the date. I’m really happy now :)

Hard Work

I am very tired. Two long months trying to push my project out of the door. I never thought that it would be so hard. Indeed it is very hard. You have to have your nose into everything. It is not just the application, that per se is already a very demanding mental and physical activity, but also the paperwork to start a business, the paperwork, the money, fees, taxes, lawyers, the banks, etc. And don’t forget the operational ones: the domain, the SSL certificate, the merchant account, the gateway for the credit card transactions, the look & feel of the app, the database, the unit testing, the functional testing, the load testing. And all of this in your free time, after day work, in the night, sometimes until dawn. Sleeping bad, sleeping with the eyes open in the day. Trying to get more hours of a single day. Don’t forget the beta testers. I don’t have anything against them, in fact they are the most valuable source of feedback for the app. Without them I would be building beautiful and almost-useless feature-loaded apps that in my fantasy world would met the user needs. They prevent the application to grow into a mess. This alone deserves my most grateful respect for them. But they also give you ideas of new features that, they say, it would be absolutely nice to have in version 1.0. It is easy to consent and add the features to the app. But if you do this, it will never be a version 1.0. So one of the most dificult things in this long way to 1.0 it is to politely say: thank you very much but not in this version. The good thing is, they know that you are hearing them. Finally, the fear. This is the most dificult one. Every three or four minutes you think, this is not going to work. This will have no value for anybody. This will be a big failure. Well, it may be. Nothing is for sure. But I try to overcome the fear and to imagine that everything it will be alright. Look, the worst thing that can happen it is that nobody like it. Well, nobody has died of depression (I hope). The fear is a very powerful enemy. You can’t see it, you can’t forget it. You can’t buy something that makes it disappear. The only thing you can do is confront it. If, at the end, everything goes wrong, you can say that you tried hard. I’m trying hard. I have fear but I’m trying. Hopefully, this period will pass soon and I could see if it was worth the effort. Besides, no matter the outcome, I’m learning a lot in the process. So here I’m, trying to reach 1.0. I can see the finish line already. A little more. Another push.

Noche

Tus ojos revelan el eco de tu amor Tu boca susurra las caricias de tu alma Tus manos prodigan el calor de tu deseo Que puedo dar yo si ya me tienes preso Prendido de tu aliento en la noche sin calma Unido a tu cuerpo en el banquete de amor.