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Bastián

Llegó el día, ya nació Bastián. Ahora estoy en la habitación esperando a que traigan a Aline de la sala de recuperación. Todo salió bien, tanto para ella como para el bebé. No hace falta decir que estamos más que felices por esto. Hay una sensación inexplicable e irrepetible que te llena el cuerpo y el alma la primera vez que ves a tu hijo. Sucedió con Tristán, pero no me había dado cuenta hasta ahora que veo a Bastián. Es ese momento único en que se hace realidad algo que hasta entonces, aunque con mucho afecto y amor, no dejaba de ser (al menos para mi que soy hombre y no llevé a mis hijos dentro de mi 9 meses) un amor ciego a algo que no era “real”. Es decir, no era alguien que hubiera tocado antes, o cargado o mirado siquiera. Pero al verlo afuera de Aline, llorando a todo pulmon, indefenso, pequeño, se hizo concreta la personita objeto de mi afecto. Y solamente sucede durante un instante, mientras lo ves… un momento de felicidad absoluta! Bueno, lo que quiero decir es que estamos sumamente felices. Bastián, bienvenido a casa.